10. Lecciones

La magnitud alcanzada por la gripe de 1918 fue explicada desde el mismo momento de sus desarrollo, pero también en los años posteriores. Se consideró el papel que habrían desempeñado las complicaciones respiratorias (por falta de antibióticos), pero también de las condiciones socio-económico-sanitarias que concurrieron en el contexto de la I Guerra mundial.

El miedo a otra experiencia similar y la incapacidad de la Medicina de 1918 para combatirla estimularon la investigación que condujo al aislamiento del virus de la gripe en 1933 y contribuyeron a impulsar el desarrollo de la Oficina de Higiene de la Sociedad de Naciones y al establecimiento de un Programa contra la gripe en 1947 por la OMS.

Dicho Programa implicó la creación de un Centro mundial de gripe en Londres y una red de laboratorios distribuidos por el mundo para identificar los virus de la gripe circulantes con el fin de preparar la vacuna específica. Uno de estos laboratorios fue ubicado en Madrid tras la incorporación de España a la OMS en 1951, y, con ello, se abrió un nuevo período de modernización científico-sanitaria que permitió consolidar la virología, gracias a los programas colaborativos de la OMS con España (E1, E25…), que financiaron la formación especializada de sanitarios.

La experiencia de la pandemia de gripe de 1918 pone de relieve que no solo es importante contar con recursos médicos eficaces, sino también con unas mínimas condiciones higiénico-sanitarias, económicas y sociales, siendo además fundamental proporcionar una buena información a la población por parte de las autoridades políticas y sanitarias, pero también por los profesionales sanitarios sobre la situación y los recursos para combatirla. 

De poco sirve tener medios terapéuticos y profilácticos apropiados si la población –parcial o completamente- no tiene acceso a ellos o no confía en ellos, como la pandemia de gripe de 2009-2010 mostró con respecto a la vacuna.