1. Actualidad

Hoy en día sabemos que la gripe es una enfermedad infecciosa respiratoria producida por el virus de la influenza, distinguiéndose varios tipos: A, B y C. De ellos es el tipo A el responsable de las epidemias y pandemias sucedidas hasta ahora. Se distinguen distintos subtipos del virus A según la combinación de diferentes formas de dos de sus componentes: la hialurodinasa (H) y la neuroaminidasa (N).

Además los virus de la gripe circulantes cambian casi continuamente. De ahí la necesidad de modificar anualmente la composición de la vacuna a utilizar como profiláctico.

Desde 1947 contamos con un dispositivo de vigilancia epidemiológico creado por la OMS, integrado por el Centro Mundial de la Gripe en Londres y laboratorios distribuidos mundialmente, y por las Redes Centinelas Sanitarias (médicos, pediatras y coordinadores epidemiológicos).

La mayoría de la población estamos familiarizados con la clínica de la gripe similar al resfriado común (moqueo, nariz tapada, estornudos, dolor de garganta y tos), pero con fiebre elevada, escalofríos, dolor de cabeza, dolores musculares y en el cuerpo.

El diagnóstico de gripe actualmente lo hace el médico por el cuadro clínico de la enfermedad y al inicio de las epidemias estacionales o las pandemias mediante la identificación del virus y la serología.

El tratamiento habitual está dirigido a eliminar los síntomas de la enfermedad, mejorar el estado general del paciente y evitar complicaciones respiratorias: neumonías, sinusitis. Disponiéndose para esto último de antibióticos y de antivirales.

Desde hace varias décadas la profilaxis en la población de riesgo se lleva a cabo mediante la aplicación anual de una vacuna contra la gripe, preparada con los virus circulantes esa temporada, conforme la información proporcionada por la OMS a los distintos países.